lunes, 30 de noviembre de 2009

jueves, 26 de noviembre de 2009

Altar Familiar


El Señor me manda por Su Palabra, que como padre y cabeza de mi hogar enseñe y dirija a mi familia que amen al señor y Su Palabra.


Hace unos años que tome este mandato con la seriedad que Dios requiere. Hoy con gran gozo puedo compartir que el hecho de obedecer este mandato de ministrar a mi familia, ha sido de gran bendición en lo personal y para toda mi familia.


Mi meta como padre, es que mi familia ame con todo su ser a nuestro Padre Celestial y que juntos amemos y aprendemos de Su Palabra. Es imperativo, como hijos de Dios, que podamos vivir a la luz de la Escritura y aplicarla a todas las áreas de nuestras vidas.


Hemos logrado un buen hábito en nuestro hogar en tener altar o devoción familiar a diario (o “Family Worshp” en ingles.) Siempre hay muchas actividades o cosas que pueden arrebatarnos el tiempo de este tiempo especial. Con mucho esfuerzo y constancia he hecho que sea de prioridad para nosotros. Es tan verdadero que cualquier hábito se logra con un paso a la vez. Cuando comencé a juntar mi familia no lo hacía a diario, quizá nomás uno o dos días por semana, pero continúe esforzándome y ahora nos juntamos diariamente. Lo importante es ser constante y no darse por vencido. Juntarnos para aprender de la palabra de Dios y adorarle se ha tornado en un deleite para mi y mi familia.


Hay varios versos en la Biblia que se dirigen a nosotros los padres, y principalmente al hombre, como cabeza de nuestro hogar. Estos versos nos mandan, y claramente nos dicen cual es nuestra responsabilidad como padres de cuidar y ensenar a nuestra familia de las cosas de Dios. Hoy en esta entrada me enfocare en uno de los versos principales, cual es Deuteronomio 6.4-7.


Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.

Y amaras al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con toda tus fuerzas.

Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;

Y las repetirás a tus hijos, y hablaras de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.


El contexto de estos versos, es que tenemos que ensenar a nuestros hijos en todo tiempo. Cualquier tiempo u oportunidad que tengamos debemos aprovecharlo para impartirles y enseñarlos de Dios. En si el altar o devoción familiar, es solo una de las formas en que podemos cumplir este mandato. Sin lugar a duda es fundamental e importante. Claro, es mi propia vida y ejemplo que va influenciar mayormente a mis hijos.


¡Que responsabilidad tan seria y hermosa tenemos nosotros los padres! Con la ayuda y gracia de Dios podremos lograrlo. Con mi corazón lleno de gozo puedo testificar que son muchos los frutos hermosos que Dios nos ha dado. Por solo el hecho de esforzarme en juntar a mi familia para tener nuestro altar familiar Dios esta derramando bendición sobre mi hogar en una forma muy especial. Para mi es mas valioso que cualquier cosa y le doy gloria a Dios por ello.


En conclusión, menciono el verso que esta en Génesis 18:19.


Porque yo se que mandara a sus hijos y a su casa después de si, que guarden el camino del Señor, haciendo justicia y juicio, para que haga venir el Señor sobre ABRAHAM lo que ha hablado acerca de el.


Este verso esta dirigido al patriarca Abraham, y puesto que mis padres me honraron al nombrarme con este nombre que me encanta, este verso lo tomo para mí. He abrazado este verso que me sirve de ánimo y empuje. Hermano, que estas leyendo esto, júntate conmigo a clamar al Señor por sabiduría en guiar a nuestras familias y declaremos como el gran guerrero Josue, “MAS YO Y MI CASA SERVIREMOS AL SENOR.”

lunes, 23 de noviembre de 2009

Convirtiendo Corazones

El convertirá el corazón de los padres á los hijos, y el corazón de los hijos á los padres: no sea que yo venga, y con destrucción hiera la tierra.
Malaquías 4:6

lunes, 16 de noviembre de 2009

Herencia del Señor


He aquí herencia del Señor son los Hijos. Cosa de estima el fruto del vientre.

Salmo 127:3


Creo que si declaramos ser cristianos vamos a estar de acuerdo de que no podemos contradecir o negar la verdad de la Palabra de Dios. Esto es cierto especialmente si reconocemos que la Biblia es absoluta e infalible (sin ningún error).


Muchas veces en nuestra comunidad, en el trabajo o en platicas con amistades, escuchamos expresiones de descontento, refiriéndose a los hijos. Tristemente, estas mismas expresiones de enfado o quejas acerca de hijos también se escuchan en hogares cristianos.


Las personas expresando tal sentir, sienten que sus hijos son un estorbo, que son una carga muy grande y fastidiosa y reniegan por haber tenido hijos. En sus mentes pueden tener sienes de excusas para respaldar su descontento. Que triste situación es esta. Tal actitud claramente se opone al sentir que Dios quiere que tengamos y es un pecado de ingratitud. Claro, criar hijos, es un trabajo arduo, de mucho esfuerzo, y a veces muy cansado. Pero, si pudiéramos captar la hermosa perspectiva bíblica, los tiempos difíciles en criar nuestros hijos se tornarían en actos sacrifícales de amor en el proceso de entrenarlos.


Ahora, vamos a examinar con cuidado lo que este salmo expresa. Primero, dice que los hijos son herencia del Señor. ¿Que es una herencia? Una herencia, la mayor parte del tiempo, es algo de valor (propiedades, tesoros, o dinero, etc.) que se traspasa a los hijos cuando un padre se muere o en casos inusuales cuando el dador todavía vive. Una herencia antes de ser tuya, primero es de alguien más.


Mirando el verso de nuevo, entendemos que nuestros hijos son propiedad de Dios. El los formo especialmente con el propósito de regalarlos a nosotros como una herencia! No podemos negar que hasta en lo terrenal un padre que se esfuerza en formar una herencia para dar a los suyos, lo hace sabiendo que esa herencia va a ser de gran bendición al que se lo herede. Las personas que son beneficiarios de una herencia tienen más oportunidades y facilidades para realizar sueños y alcanzar exito.


La expresión que continua dice, “cosa de estima el fruto del vientre.” Si Dios lo dice es porque es verdad. Los hijos que Dios nos da son de gran estima y de gran valor. Algo que es de gran estima para Dios mismo debe de ser de GRAN estima para nosotros también. ¡Al pensar que Dios nos escogió para bendecirnos con el privilegio de ser padres es maravilloso! El nos ha confiado a nuestros hijos y los ha puesto en nuestras manos, en nuestros hogares, para que nuestro tiempo aquí en la tierra sea bendecido. Si los entrenamos en Su camino nuestras “herencias” pueden manifestar la gloria de Dios aquí en la tierra. ¡Se multiplican las oportunidades para impactar al mundo por medio de nuestros hijos (herencia de Dios)! Con nuestros hijos a nuestro lado, mientras estén en nuestro hogar, se facilita cualquier labor espiritual que Dios nos encomiende. ¡Que bendición!


Personalmente hablando, yo no entendía esta realidad tan clara cuando mis primeros hijos nacieron, a como ahora lo entiendo. A hecho un mundo de diferencia en como los miro y como los trato. Son increíblemente preciosos…tesoros inmensurables. Cuando mi esposa y yo nos enfrentamos con la tentación de quejarnos de nuestros hijos estamos aprendiendo a pausar y recordar el privilegio de estar bendecidos con ellos en nuestro hogar. Entonces con gratitud en nuestro corazón podemos clamar a Dios por paciencia, sabiduría y fuerzas.